El desarrollo de las telecomunicaciones y el perfeccionamiento de los dispositivos tecnológicos han impactado de forma significativa en la vida de los seres humanos, han hecho que las sociedades tengan que adaptarse y dar pasos agigantados, incluso en lo desconocido. Otras actividades, hoy cotidianas, como el masivo uso de redes sociales, el e-commerce, las actividades telemáticas, la constante innovación de las tecnologías de la información y comunicación, y la incursión de datos personales en la red, hacen evidente la forma en que interactúan los humanos en el entorno digital.
La sociedad de la información va mucho más allá que el acceso a internet, de hecho, se presume son las puertas del mundo digital. Más allá, se consolida un enfoque interseccional en el que a través de las herramientas que permiten la producción, difusión y tratamiento de la información, interactúan rasgos sociales, culturales y económicos.
El avance tecnológico permite realizar distintos trámites ante la administración pública, transacciones de dinero y reservaciones en minutos, flexibilizando las tareas y tiempos de los usuarios, sin embargo, ciertas acciones intentan pervertir la correcta e ideal funcionalidad de la comunidad digital. Las fake news, el ciberacoso, los hackeos, los delitos informáticos, entre otros actos, forman parte de la realidad a la que se enfrentan las personas y compañías que buscan interactuar en el entorno digital. Por ello durante varios años distintas personas e instituciones han propuesto y buscado regular las actividades digitales y la defensa de los derechos de sus usuarios.
La Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), auspiciada por la ONU, lideró por primera vez en 2003, la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información, ello con el objetivo de desarrollar un marco legal global para abordar los desafíos que día a día plantea la comunidad digital y de la información. Desde ese entonces, constantemente se busca la consecución de una sociedad de la información donde se respete la dignidad humana y exista igualdad, intimidad y libertad de expresión; derechos que deben respetarse en el entorno material y que no deben ser indiferentes en lo virtual.
Derechos humanos en el entorno digital
El espectro de los Derechos Humanos (DDHH) es ampliamente conocido, vale recalcar que son inherentes a todos los seres humanos, independientemente de su sexo, origen, nacionalidad, religión, o cualquier otro tipo de condición. Son universales, inalienables e indivisibles y por mucho tiempo se pensó que solo reglaban el mundo físico, sin embargo, en la actualidad tienen su espacio en el mundo digital. Si bien, los derechos en este espectro no se encuentran completamente desarrollados, no lo han dejado de hacer a la par del desarrollo tecnológico.
Como en el plano terrenal, en la web se encuentran muchos factores que interrumpen el correcto acceso y uso a las plataformas digitales. La atención se centra en los problemas relativos a la libertad de expresión, la violencia, la incitación al odio, el ciberacoso, las campañas de troleo o la intimidación. Plantean amenazas reales con el objetivo de materializarlas en el mundo real, comentarios ofensivos que socaban la integridad de cualquiera y usan la violencia como estandarte para atacar una persona o comunidad.
La oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidad para los Derechos Humanos de la ONU asegura que muchas de las amenazas, intimidación y acoso a través de internet se traduce a persecución, violencia y asesinato en el mundo real1. La ausencia de control puede traer repercusiones graves, incluso contra la vida, especialmente de los grupos históricamente excluidos, aquellas minorías que son normalmente discriminadas, como por ejemplo los migrantes, las personas con discapacidad, las mujeres y otros grupos a los que en general se los caracteriza como “diferentes”.
De lo mucho, poco. Aunque estas actividades deben ser reguladas por las distintas legislaciones no se debe ejercer un estricto control sobre como las personas se desenvuelven dentro de las plataformas digitales. Muchos países han usado el discurso de combatir el odio o el extremismo bajo el oscuro fin de privar a las personas del ciberespacio. El bloqueo del internet puede convertirse, fácilmente, en la herramienta de censura del debate, ideas y propuestas.
Es de vital importancia que la era digital no deje de lado a los derechos humanos, puesto que son parte activa del ciclo y de la experiencia analógica. Los datos de la población mundial ya se encuentran recopilados en cientos de servidores a escala industrial. Cada vez el Estado tanto como las empresas disponen de información detallada de los ciudadanos, cada aspecto de su vida se encuentra disponible en estos servidores. El respeto a la privacidad y la protección de datos es una tarea pendiente que debe cubrirse cuanto antes.
Derechos digitales
Este aún no es un término completo, se sigue desarrollando y adaptando un lenguaje común. Los derechos digitales son conocidos como ciberderechos, junto a otras denominaciones como cyber-rights, cyber-droits o cyber-rechte, todo depende del lugar de origen. Lo que sí, es que los derechos digitales son una extensión de los derechos humanos tradicionales que se adaptan al entorno digital. En la generalidad se busca proteger las distintas libertades, la privacidad y la igualdad de las personas en el entorno virtual.
Se puede decir que este derecho nace con el acceso universal al internet, pues este es el que permite a las personas inmiscuirse en la red y practicar actividades que van desde la distracción y pasan por el aprendizaje hasta la creación de nuevos datos. El derecho a la intimidad, seguridad digital, olvido y desconexión forman parte de los principales derechos de este nuevo catálogo2. La comunidad jurídica ha empezado a debatir sobre este tema como la cuarta generación u ola de derechos fundamentales, pero aún sin llegar a un acuerdo.
Conclusión
La interacción entre los derechos digitales y los derechos humanos en la sociedad de la información plantea un complejo equilibrio entre la evolución tecnológica y la protección de los valores fundamentales de la humanidad. A pesar de los esfuerzos internacionales liderados por organizaciones como la UIT y la ONU, persisten desafíos significativos como el ciberacoso y la vulneración de la privacidad, que requieren una regulación que promueva la igualdad y la libertad de expresión sin caer en formas de censura.
El desarrollo de los derechos digitales como una extensión de los derechos humanos tradicionales representa un avance crucial hacia una experiencia digital inclusiva y respetuosa de la dignidad humana. En este contexto, la protección de la privacidad y la seguridad digital emerge como prioridades, instando a una regulación ágil y efectiva que se adapte a los avances tecnológicos para garantizar los derechos y libertades en la era digital.
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