Cuando nos casamos o iniciamos una unión de hecho, rara vez pensamos en la palabra “dividir”. Sin embargo, cuando dos personas se unen, también lo hacen sus patrimonios, y es prudente establecer reglas claras para gestionar estos activos a futuro. En Ecuador, el mecanismo legal para esto son las capitulaciones matrimoniales, un acuerdo que permite a las parejas definir cómo se manejarán sus bienes antes de casarse o en cualquier momento posterior, garantizando así una convivencia financiera ordenada.
En el matrimonio civil, se forma una sociedad conyugal, lo que implica que surge un régimen económico entre los cónyuges que fusiona sus patrimonios. Las capitulaciones matrimoniales son acuerdos que la pareja puede establecer para modificar las reglas de esta sociedad conyugal. Se puede optar por mantener ciertos bienes en común, excluir otros o incluso separar completamente los patrimonios. La principal ventaja de estos acuerdos es la prevención de conflictos futuros, al contar desde el inicio con reglas claras sobre la administración y propiedad de los bienes.
Los bienes que no forman parte de la sociedad conyugal son aquellos adquiridos antes del matrimonio y los que se obtienen durante el matrimonio a título gratuito, como herencias o donaciones. Todo lo demás entra en la sociedad conyugal por defecto. Las capitulaciones matrimoniales permiten a las parejas personalizar estas reglas según sus necesidades, estableciendo qué bienes serán comunes y cuáles se mantendrán como propiedad individual. Esto convierte las capitulaciones en una herramienta flexible y adaptable a diferentes situaciones familiares y económicas.
Es posible modificar las capitulaciones matrimoniales en cualquier momento, siempre que ambos cónyuges estén de acuerdo. Esta flexibilidad permite que los acuerdos patrimoniales evolucionen con la relación, adaptándose a nuevas circunstancias y necesidades. Si no se incluyen ciertos bienes en las capitulaciones, estos seguirán las disposiciones legales estándar de la sociedad conyugal. Además, la sociedad conyugal puede disolverse sin necesidad de terminar el matrimonio si ambas partes acuerdan que cada uno gestionará su propio patrimonio de manera independiente.
Para que las capitulaciones matrimoniales sean válidas, deben cumplir con ciertos requisitos formales. Deben ser celebradas mediante escritura pública ante un notario y registradas en el Registro Civil al margen del acta de matrimonio o de la declaración de unión de hecho. Si incluyen inmuebles, también deben inscribirse en el Registro de la Propiedad del cantón correspondiente. Este proceso asegura que los acuerdos sean legalmente reconocidos y oponibles a terceros.
Las capitulaciones matrimoniales no son necesarias para todas las parejas. Para aquellos que comienzan su vida juntos sin bienes significativos, pueden no parecer esenciales. Sin embargo, en casos donde uno de los cónyuges tiene más recursos, hijos de relaciones anteriores o negocios que podrían representar riesgos financieros, las capitulaciones se vuelven cruciales para proteger el patrimonio familiar ante cualquier eventualidad.
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